· El Espíritu de Jesús nos movió y nos mueve al encuentro con las personas sin hogar, para anunciar con alegría la buena noticia de que todos/as somos hijos/as de Dios y hermanos/as unos/as de otros/as.
· La propuesta de Jesús, encarnada en las Bienaventuranzas, nos inspira a crear juntos/as una comunidad en la que podamos amar y dejarnos amar, liberar y ser liberados/as, celebrar la vida y desarrollar nuestros talentos, poniéndolos al servicios del Reino de Dios.
· Amar al prójimo.
· Crear comunidad y trabajar en equipo.
· Reconocer al prójimo como persona, respetando su dignidad como hijos/as de Dios y hermanos/as de Jesús. Debemos estar conscientes de que:
· No pasaremos juicio.
· Dios nos hizo libres y respeta nuestra libertad, mientras nos invita con amor a que lleguemos a él.
· Nuestra misión no es cambiar a la persona sin hogar, sino quererla como es, compartir con ella y promover la justicia.
· No nos mueven los resultados sino la esperanza.
· Facilitar algunas necesidades básicas.
· Presentar a la persona de Jesús a través de la pastoral y de vivencias.
· Ayudar mediante charlas, libros y otros medios, a descubrir nuestra libertad e inquietar nuestro pensamiento y aspiración hacia nuestro desarrollo.
· Dirigir a la persona sin hogar, si así lo desea, hacia servicios privados o gubernamentales que la puedan ayudar en cuanto a salud, empleo, rehabilitación, comida, vivienda y otros.
· Donar tiempo, cariño y atención. No damos dinero. Si alguien a nivel personal quiere compartir en esta forma, tiene que aclarar que no es La Fondita de Jesús la que dona, sino la persona en su carácter individual.
· Es aconsejable que leamos del Concilio Vaticano II el decreto sobre el apostolado de los seglares y en especial el Capítulo 2 Artículo 4. Este nos enseña que para lograr actos de caridad debemos:
· Respetar con máxima delicadeza la libertad y dignidad de la persona que recibe auxilio.
· Lograr pureza de intención evitando la propia utilidad y dominio.
· Cumplir con la justicia para no dar como caridad lo que es realmente justo.
· Suprimir las causas, no los defectos.
· Ayudar de tal forma, que vayamos liberándolos progresivamente de la dependencia.
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